Desde hace 5 años Alberts vive en el Hotel La Bella Villa, a unas cuantas cuadras del Museo de Antioquia. Cualquiera que pase por la calle Caracas puede con mucha facilidad encontrárselo sentado en el Hall del Hotel o en el Café Macarena, justo a un lado.
Venido del eje cafetero donde su padre le había enseñado el oficio, fue fotocinero en Barranquilla, aunque su verdadero descolle lo consiguió fotografiando las reinas del Medellín a finales de los años 50’s. Incluso tuvo ocasión de registrar a la única Miss Universo que tendría Colombia, la Caldense Luz Marina Zuluaga. Una historia que sería registrada por los periódicos y le permitiría hacer uso de un claro olfato comercial para tener resonancia en los medios.
Pero a pesar del éxito alcanzado su espíritu aventurero lo empujó a dejar Medellín, primero tomando rumbo hacia Brasil y luego hacia los Estados Unidos, un destino que lo retendría por casi el resto de su vida. Ahora cuenta con la holgura de una pensión en dólares y un montón de historias que relata sentado desde el sillón del hotel a todo quien quiera oír. Su expresión es la de quien ha toriado en muchos ruedos. El aspecto impecable de una camisa bien planchada y la colección de corbatas que lo caracterizan, convierten a Don Albert en un personaje propicio para la novela.